Infancia Espiritual, y el canto de María

Sólo haciéndose niños se entrará en el
Reino de los cielos (cf. Mt 18, 3)

La infancia espiritual tiene en María, la madre del Señor, un modelo permanente. Mujer e hija de un pueblo que ponía toda su esperanza en Dios; discípula por excelencia de quien señaló los caminos hacia el Padre, ella abre la ruta a los seguidores de Jesús. “María canta ese canto que ahora es el canto del pueblo, del pueblo cristiano, particularmente del pueblo reunido en las comunidades cristianas de base”. El canto del Magnificat que Lucas pone en sus labios expresa con profundidad lo que la práctica de los cristianos en América latina redescrubre hoy: la alegría provocada por la presencia del amor de Dios ensancha el corazón para la acción de gracias y para la acogida a los demás. Por ello, en ese cántico se entrelazan la confianza y la entrega a Dios con la voluntad de compromiso y cercanía a sus predilectos: los humildes y hambrientos.(*)

El canto de María, el Magnificat, tal como lo relata el evangelista Lucas (Lc. 1, 46-55), ha sido interpretado por los pueblos a lo largo de la historia… acá algunas muestras en español (fragmento de canciones inspiradas en el Magnificat o que toman su texto literalmente).

1) Mi alma glorifica al Señor mi Dios
Gózase mi espíritu en mi Salvador
Él es mi alegría, es mi plenitud
Él es todo para mí.

2) Mi alma canta, canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu, se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.
Porque miró con bondad, la pequeñez de su servidora…
en adelante toda la gente, me llamará feliz, me llamará feliz, me llamará feliz.
Derribó del trono a los poderosos,
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos,
y despidió a los ricos con las manos vacias.

(Pinche en el enlace a continuación para escuchar... también la puede descargar)


3) Yo canto al Señor por que es grande, me alegro en el Dios que me salva,
feliz de dirán las naciones, en mí descansó su mirada,
unidos a todos los pueblos cantamos al Dios que nos salva.

4) Orgullosa del Señor, es mi canto la alegría,
cuando siento su presencia, que me ama y me libera,
Yo soy pobre y muy pequeña, pero me miró aquel día,
y la historia de los pobres, contará que soy feliz.

5) El Señor hizo en mí maravillas,
Santo es mi Dios.
Mi alma engrandece al Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
pues miró la bajeza de su esclava,
desde ahora dichosa me dirán todos los pueblos.

6) Mi alma alaba al Señor y mi espíritu se alegra en su presencia,
porque Él, que es grande, maravillas ha hecho en mí,
es Santo su nombre.


(*) Extraído de: Gustavo Gutierrez (1989), Beber en su propio pozo, Ed. Sigueme, Salamanca.